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Confinamiento

Una vez que Aarón tenía sus rutinas apegadas (despertarse, desayunar, ir al cole, volver y comer, echarse la siesta, ir al parque...) llegó la pandemia del Covid-19, en la que aún hoy nos encontramos inmersos.


Aquel 11 de Marzo, último día de cole para todos, último día hasta el próximo curso (aunque no lo supieramos), fué un cambio grandísimo y un detonante de estrés para Aarón, dejó de ir al cole, dejó de ir a la compra, dejó de ir al parque, para únicamente estar dentro de casa.


Aarón empezó a rechinar los dientes, incluso a hacer cosas que nunca antes había hecho, como morderse a sí mismo en el brazo cuando se ponía nervioso, no sabéis (algunos sí) lo duro que se hace esto, ver que quieres que tu hijo meriende un yogurt, el no lo quiera, no sepa cómo decirte que no lo quiere, y que descargue su frustración a mordiscos en su propia piel...


Al principio, el estado de alarma no contempló la necesidad de los niños TEA, menos mal, que en poco tiempo hicieron una regulación permitiendo que éstos salieran.


Así que, Aarón empezó a salir con su papá al campo, iban a jugar, ya se acercaba el tiempo primaveral y hacía muy buenas mañanas, iban sobre las 12, o por la tarde a las 17 y disfrutaban mucho.


Yo no se si fué el estres de la situación, el miedo, o el "ya que está en riesgo Edu yendo a trabajar, no voy a buscar yo más riesgos por otro lado", pero estuve sin pisar la calle para absolutamente nada 34 días, más de un mes encerrada en casa, con la consecuente ansiedad y con las preguntas de siempre una y otra vez en la cabeza...


Con el confinamiento, también se suspendieron las terapias a las que Aarón iba, logopedia y estimulación, pero no fue un serio problema, pues me dediqué ha hacerle las fichas que podéis encontrar en la sección de descargas y a trabajarlas con él.


Avanzó de tal forma que se sabía las 5 vocales, los números del 1 al 10, un montón de figuras geométricas, un montón de colores y muchos animales y sus sonidos (y no, no se los sabía únicamente por orden, si tu le enseñabas de repente un 5, el te decía que era un 5, y si le enseñabas una E, te decía que era una E).


Estábamos asombrados y muy contentos con los resultados, pero seguía siendo evidente que Aarón tenía (y tiene) TEA.


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